viernes, 25 de febrero de 2011

Uniones homosexuales bendecidas por la Iglesia

En los primeros años del cristianismo Entre los siglos III y XIII, las iglesias cristianas celebraban “matrimonios” entre hombres, llamados bodas de semejanza o ritos de hermanamiento.

Este es la controvertida conclusión de John Boswell, catedrático de historia de la Universidad de Harvard, una de las más prestigiosas de todo el mundo.

Sus críticos sostienen que las fuentes consultadas están en griego y en eslavo litúrgicos, que son difíciles de comprender porque no existen traducciones latinas.

Obviamente, estos descubrimientos son absolutamente negados por las iglesias institucionales, aunque estén totalmente documentados.



Bodas de semejanza: El sacramento olvidado


Boswell publicó el libro “Bodas de semejanza” en 1994, en el cual demostró que el cristianismo no siempre ha sido homofóbico, sino que esta postura predomina a partir del siglo XIII.

Este historiador sostiene que, durante siglos, tanto popes ortodoxos como sacerdotes católicos celebraban bodas de semejanza: sacramento ahora olvidado.

En otro de sus libros titulado “Cristianismo, tolerancia social y homosexualidad”, publicado en 1980, este investigador examina el desarrollo del cristianismo y sus concepciones acerca de las prácticas homoeróticas, desde sus orígenes hasta el siglo XIII.

Boswell rebuscó en antiguos textos guardados en monasterios e iglesias para encontrar contratos que firmaban dos hombres únicamente por afecto y no por relaciones comerciales.

Estos contratos, bendecidos por la Iglesia, implicaban la convivencia y la cesión de bienes y posesiones, además eran idénticos a los firmados en las bodas heterosexuales.


Olvidar y destruir


A partir del siglo XIII, las posiciones homofóbicas prevalecen en las iglesias cristianas. Se destruye la mayor parte de los contratos de hermanamiento o bodas de semejanza, y otros testimonios del pasado tolerante de la Iglesia. Se crean instancias para juzgar los pecados de la carne con escarnio, tortura y muerte. Con el fortalecimiento de la Inquisición, fundada en 1184, se refina los mecanismos de persecución de la diversidad sexual, religiosa y racial.


Todo cambia…


Las bodas de semejanza revelan que los hombres en la Edad Media no tenían miedo de demostrar su afecto, que estaban dispuestos a firmar un contrato y a compartir sus bienes y posesiones.

Además que la sociedad era tolerante con este tipo de uniones, incluyendo las iglesias cristianas, tanto la católica romana como las ortodoxas.

Estos contratos son los antecedentes del reconocimiento –bajo distintas denominaciones- de las uniones homosexuales en Suecia, Noruega, Dinamarca, Holanda y Argentina.

Este bosquejo histórico permite comprender que las conductas han cambiando y, sobre todo, que pueden cambiar, aún en instituciones tan homofóbicas como la Iglesia Católica.





Publicado en Gente10, Volumen IX, Número 53 (2003)

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