viernes, 5 de diciembre de 2014

La homosexualidad atenta con el matrimonio heterosexual


Argumentos en contra


Existe una variedad de contra-argumentos para refutar los ataques de los sectores homofóbicos, los cuales podrían agruparse en tres grupos: legal, religioso y lingüístico.

Estos tres grupos tienen un mismo trasfondo: la homosexualidad no solo atenta contra el matrimonio heterosexual, sino contra la familia tradicional.










Argumento legal: El cambio destruía a la familia tradicional

Según este argumento, el matrimonio homosexual va a destruir la familia, obviamente la familia heterosexual, conformada por un papá-proveedor y mamá-en-casa (“Mamá amasa la masa y papá lee el periódico”).

En primer lugar, este argumento totalmente exagerado: hay que dejar todo como está, porque si no… puede ocurrir una hecatombe, la sociedad occidental colapsaría. En segundo lugar, es un argumento anacrónico: no se han dado cuenta ese concepto de familia es una idealización, que no concuerda con la realidad actual de la familia costarricense.

Repasemos algunos ejemplos de reformas legales y culturales en las cuales se ha utilizado este argumento.
Un ejemplo es el divorcio. Desde 1886 existen leyes en Costa Rica que posibilitan el divorcio. Nuestro país fue el primero en Hispanoamérica en decretar una ley de divorcio y mantenerla sin derogar. Esta ley, y en general  las llamadas “leyes liberales” fueron duramente criticadas por sectores conservadores ligados a la Iglesia Católica. El divorcio solo vino a legalizar las separaciones de hecho que ocurrían y siguen ocurriendo, no a promoverlas.

Décadas después, los “mismos” sectores conservadores costarricenses utilizaron esta “razón” para permitir la participación política de la mujer. Ahora 65 años después del cambio constitucional que posibilitó el voto femenino y la elección en puestos públicos, la familia existe.

Estos dos ejemplos se plasman en la presidenta Laura Chichilla, la cual contó con el apoyo de la jerarquía católica. Sus condiciones de divorciada y de mujer no fueron obstáculo para recibir la bendición como mandataria por parte del alto clero católico.

Las leyes no tienen la potestad de destruir la familia tradicional, sino la violencia intrafamiliar, la infidelidad, los embarazos extramatrimoniales, la falta de solidaridad, el consumismo desmedido… Todas estas situaciones no fueron causadas por un cambio en las leyes vigentes.
¿Qué sucedería si las leyes fueran otras?

Nada. La comunidad LGTB no es tan amplia ni tan poderosa para promover embarazos (?) e infidelidades en los cónyuges heterosexuales. Se trata de un principio de derechos humanos y respeto a las minorías. Las parejas heterosexuales seguirían con las mismas condiciones legales.

Argumento religioso: El cambio destruiría el sacramento del matrimonio

En el principio, el matrimonio fue un “contrato” entre particulares, sin intervención de las autoridades religiosas. Luego, las religiones lo adoptaron, lo transformaron en un sacramento e impusieron condiciones. Así que primero fue la unión entre personas y después el sacramento para ritualizarlo.

La irrupción de las corrientes liberales en el país produjo que matrimonio civil fuera legalmente reconocido desde hace muchas décadas, sin que la familia dejara de existir.

Además el matrimonio es considerado un sacramento por la Iglesia Católica, no por otras denominaciones cristianas como la mayor parte de los anglicanos, los evangélicos,  los presbiterianos, los adventistas, los mormones… Todo esto sin tomar en cuenta religiones no cristianas y las posiciones de los no creyentes.
¿Qué sucedería si se aprobara la unión civil entre personas del mismo sexo?

Nada. La institución del matrimonio como sacramento seguiría existiendo en la Iglesia Católica, hasta que esta sea consumida por los cambios culturales, tal y como ha sucedido por otras grandes religiones que han desaparecido y que hoy consideramos como mitología. La comunidad LGTB no es tan fuerte como para derribar religiones.

Argumento lingüístico: El cambio contradice la definición actual de matrimonio

El matrimonio, según el diccionario de la Real Academia Española, es la “unión de hombre y mujer”, de modo que –de acuerdo con las posiciones homofóbicas- es imposible matrimonio a las uniones de dos hombres o dos mujeres. En otras palabras, argumentan que -por este hecho- no se puede llamar matrimonio a la unión de personas del mismo sexo.

Existen dos hechos que lo refutan. Uno, el idioma siempre va atrás de la realidad. Dos, el idioma refleja los prejuicios de los hablantes y de los lingüistas. Tres, el idioma no es inamovible, es dinámico.
La palabra “bajar”, según la RAE, no tiene nada que ver con archivos e internet. Por lo tanto, de acuerdo con este argumento, no puede “bajar archivos” porque contradice el idioma español, pero todos bajamos archivos. La realidad sobrepasa al idioma.

Por otro lado, los diccionarios pueden reflejar los prejuicios de las personas que los hacen. Por ejemplo, todavía en este momento, una de las definiciones de “gitano” es “Que estafa u obra con engaño”.

Obviamente la actual definición de “gitano” tiene prejuicios étnicos y la actual definición de “matrimonio” refleja prejuicios homofóbicos.

Por último, las nuevas realidades sociales han hecho que la lengua evolucione y los diccionarios siempre van detrás de este proceso. Pueden ocurrir dos caminos: las palabras cambian de significado o se crean nuevas palabras para designar nuevas realidades.

“Res” en latín significaba cosa, objeto, ser, tema… En español, “res” es un animal cuadrúpedo y se usa principalmente para las vacas. Así que puede ser que matrimonio mude su significado para incluir las uniones del mismo sexo.

Es posible que se invente una nueva palabra o expresión para designar esa nueva realidad. Por ejemplo en el  2012, la Real Academia de la Lengua Española (RAE) incorporó a su diccionario más de mil términos y acepciones de uso habitual entre los hispanohablantes entre ellas “chat” que se define como “intercambio de mensajes electrónicos a través de internet que permite establecer una conversación entre dos o varias personas”. Obviamente hay nuevas realidades como las redes sociales que obligan a la creación de nuevas palabras.

Hay países, grupos y personas que hablan de “uniones civiles”, “pacto civil de solidaridad”, “sociedad de convivencia”, “unión doméstica”, “unión homosexual”, “enlace conyugal”, “libre convivencia”,  “sociedad civil de convivencia”, “acuerdo de vida en pareja”…

Puede ser que en el futuro alguna de estas expresiones de considere la más adecuada y usada para designar al llamada “matrimonio” homosexual.

¿Qué sucedería si se aprobara el matrimonio entre personas del mismo sexo? ¿O se utilizara alguna otra expresión como “unión civil”?

Nada. Puede ser que simplemente con el tiempo, la Real Academia Española tendría que cambiar su diccionario; en el transcurso de los años, las palabras del español mueren, nacen y se transforman, sin que esto haya afectado gravemente la capacidad humana de comunicarse de la comunidad de habla hispana. O puede ser que se crea una nueva expresión para designar esta nueva realidad. La familia tradicional no sufriría mayor impacto con un simple cambio en el diccionario.




Publicado en Gente10, Volumen XII, Número 118 (2014)

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