Además, es sacerdote y, más concretamente, el secretario personal de Benedicto XVI. Pero, sobre todo, es el monseñor más sexy de la historia, título que le ha sido concedido por aclamación popular.
Sus “fans” le llaman el George Clooney del Vaticano. Podría representar a “El Pájaro Espino” del siglo XXI. La prensa italiana lo ha llamando “el chico bronceado con sotana”, también es conocido como el Padre Georg o simplemente como Bel Giorgio (Bello Jorge). Es un icono de los gays en Italia.
La revista femenina italiana Grazia le dedicó número un amplio reportaje, resume que «para las chicas es más famoso que el Papa». Antes, el semanario Chi publicó unas fotos que lo mostraban sudoroso, jugando al tenis en camiseta y con unos recatados pantalones cortos color gris oscuro. Y Donatella Versace confesó haberse inspirado en él para crear su última colección para hombre: sobria, austera, rigurosa y con alzacuellos. Hasta el Avvenire, el periódico de la Conferencia Episcopal italiana, lo ha descrito como «rubio, de 1,80 metros, físico deportivo y decididamente guapo».
Aparece al lado del Papa en varias de las trece fotografías del Calendario 2008 que publicó recientemente el diario vaticano L’Observatore Romano. Sonriente, unos pasos atrás del Sumo Pontífice, Georg Gänswein también está en la portada de este almanaque que se vende a cinco euros en todas las librerías de Roma.
¿El precio de mercado de las fotos de Gänswein hechas por paparazzis? Más de mil dólares cada una. Sin duda el cardenal más famoso y sexy de la Santa Madre Iglesia.
¿El poder detrás del trono?
Ningún secretario personal había tenido tanta influencia en El Vaticano como Gänswein. No hay aparición de Benedicto XVI en la que el sacerdote no esté a su lado. Siempre cerca, siempre atento, siempre pendiente del menor detalle: ayudando al Sumo Pontífice a mantener el equilibrio cuando sube o baja del vehículo papal, colocándole la estola antes de cada ceremonia, continuamente hablándole al oído, controlándole el tiempo en las audiencias privadas y en las entrevistas con la prensa, acompañándolo en sus retiros vacacionales en Castelgandolfo.Todo, absolutamente todo, lo que tenga que ver con las actividades personales del Papa pasa por sus manos y por su severa aprobación.
Cuando el flamante Pontífice lo invitó a colaborar a su lado, Georg Gänswein asegura que su antecesor, monseñor Stanislaus Dziwisz -actual arzobispo de Cracovia-, puso en sus manos un sobre que contenía varios papeles confidenciales y la llave de una vieja caja fuerte de fabricación alemana. Luego le dijo: “Lo único que puedo decirte es que el Papa no puede sentirse nunca ahogado por nada ni por nadie. Cómo conseguirlo es algo que tendrás que descubrir por ti mismo”. Y punto. Esa fue toda su formación dentro de la etiqueta pontificia.
La relación entre el Papa y su “joven” secretario es tan cercana y poderosa, que en más de una ocasión se ha llegado a hacer algún comentario mordaz: ¿no es demasiado estrecha? Otros aseguran que es ‘el verdadero poder tras el trono': es el hombre más poderoso del Vaticano.
Más detalles de su vida
Georg lleva 13 años en la Santa Sede. Pero comenzó a ser objeto de veneración de desde 2003, cuando su Joseph Ratzinger (Benedicto XVI), fue elegido Pontífice y él, su secretario personal.Nació en Riedern am Wald, el remoto pueblo alemán de cerca de 400 habitantes, situado en pleno corazón de la Selva Negra. Tiene pasión por el tenis, el ski y el fútbol. Es aficionado al clarinete.
Estudió en el seminario de Friburgo. Fue ordenado sacerdote en Roma. Recibió su doctorado en Derecho Canónico en la Universidad Ludwig Maximilians en Munich. Dio clases en la Santa Croce (la Universidad Pontificia del Opus Dei en Roma). Se convirtió en oficial de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
En sus años mozos, tocaba el clarinete en un grupo, salía a beber cervezas con los amigotes, cantaba canciones subidas de tono sobre las mujeres. Le gustaba escuchar a Cat Stevens y Pink Floyd
En ocasiones se mostraba bastante irreverente, como aquella vez en la que jugando al fútbol el árbitro le sacó la tarjeta amarilla y le preguntó cómo se llamaba. «Franz Beckenbauer», citando el nombre del más grande futbolista alemán, esta respuesta le valió la tarjeta roja.
Georg fue un adolescente absolutamente normal, incluido en lo sentimental: no fue un gran seductor, pero tampoco un asceta. Antes de ingresar con 20 años en el seminario de Friburgo, estuvo durante tres años con una novia, a la que plantó para meterse a cura.
La ex novia se llama Gaby Schätzle está casada. Al preguntársele sobre su relación con Georg, pero ella ha respondido: “ese es un asunto del que no deseo hablar”. Tal vez aún sea incapaz de entender la decisión del que fuera su novio de vestir la sotana.
El propio padre Georg nunca ha ocultado que en su juventud salió con chicas. En una entrevista el sacerdote hablaba abiertamente sobre su relación con las mujeres. «Nunca he tenido problemas con el llamado sexo débil, hasta hoy siempre he mantenido con él una relación serena y muy natural. Obviamente en mi juventud había chicas a las que veía encantado, debo decir que a algunas más encantado que a otras». Una confidencia que algunos atribuyen al deseo de acallar los rumores sobre su supuesta homosexualidad que circula por toda Roma.
Sobre su papel de símbolo sexual, el padre manifiesta que «al principio esos comentarios me sorprendieron e incluso me irritaron un poco, no sabía cómo actuar. ¿Debía fingir que no veía ni oía nada? Al final los he ignorado y con el tiempo me he acostumbrado”.
Tiene fama de ser muy devoto y muy severo. Él se define como “suave en las formas y duro en el fondo”.
Publicado en Gente10, Volumen XV, Número 85 (2009)
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