lunes, 7 de marzo de 2011

Gato por liebre o Las contradicciones de la Obamanía

Reaccionar frente al proyecto de “cambio” de Barack Hussein Obama no significa necesariamente que te has vuelto un conservador: importa preguntarse qué “cambios” nos traerá el nuevo gobierno de los Estados Unidos. ¿Qué tan distinto será el “change we need” del proyecto social “neocon” de Bush? ¿Cómo respaldar la intención de reformas económicas y sociales del post-bushismo teniendo en cuenta que una de las primeras consecuencias del “yes we can” fue la restricción de los derechos civiles de las personas homosexuales en California, Arizona, Florida y Arkansas? ¿Puede pasarnos este cambio un “gato por liebre”?

“Histórico”, “cambio”, “sueño” y “unidad”, entre otras, fueron las palabras que se utilizaron el pasado martes 4 de noviembre cuando se celebraron las elecciones mundiales en las que resultó victorioso Barack Hussein Obama. Y digo “mundiales” porque nadie pone en duda, a esta altura, que los comicios presidenciales en Estados Unidos tienen un impacto global de enormes consecuencias, aunque solo hayan votado los “gringos”.

Además ese día no sólo se escogió a un Presidente. La Constitución estadounidense faculta, entre otras cosas, que los Estados consulten -en dicho proceso eleccionario- a los ciudadanos para que se pronuncien sobre temas o proyectos de ley. Específicamente, en cuatro Estados de la unión (California, Arkansas, Florida y Arizona) hubo referendos que tuvieron como consecuencia el recorte de derechos para la población LGBT.

La misma noche en que Obama dio su primer discurso por TV, ese que combinaba imágenes de personas en estado de trance escuchando al novel presidente, medios de comunicación informaban que la “propuesta 8″ sobre matrimonios entre personas del mismo sexo había sido rechazada en California, donde Obama consiguió un 60% de los votos. Esto trae como consecuencia que las parejas gays que contrajeron matrimonio antes del referendo (alrededor de 18 mil) quedarán en un limbo legal que eventualmente significará la pérdida de sus derechos. En Florida y Arizona el electorado también se opuso a los matrimonios entre personas del mismo sexo, mientras que en Arkansas se prohibió que homosexuales y solteros pudieran adoptar hijos.

Mientras los efectos de la Obamanía provocaban esa noche multitudes en actitud de oración, con lágrimas en los ojos o con ataques de histeria -como si hubiese llegado un Mesías-, el Presidente electo resaltaba la “unidad” de todos los estadounidenses en dichos comicios, creando un falso sentimiento de unanimidad de la opinión ciudadana. Esto a priori puede hacernos creer que habrá un quiebre, fisura o discontinuidad entre las políticas y deseo “neo-con” del bushismo vs. el cambio que hipotéticamente aportaría Obama. Pero ojo.

Obama-Bush

¿Qué tan distinta será la política sexual del nuevo régimen? ¿A qué distancia podemos ubicar las estrategias de higiene sexual implantadas por George W. Bush y la aspiración de apertura que anuncia Obama para todas las minorías, incluida la población LGBT? En el plano de la política de Washington, esa de las mediaciones y contactos, ¿qué tan seguros podemos estar de que el proyectos de Obama permanecerá impermeable a la ambición neo-con, cuando el mismo día de la elección maricones y tortas ya vimos las primeras inconsistencias?

Al menos, sanguíneamente, Obama y Bush no están tan lejos. ¿Sabías que Barack Obama y George W. Bush son primos en grado décimo, relacionados por un ancestro llamado Samuel Hinkkey?

Este pequeño dato, que puede parecer nimio o irrelevante, lo saco a flote porque pocos estadounidenses parecieron preocuparse por el pasado político de Obama, su carrera, a quienes tiene por amigos en su círculo, quiénes son sus padrinos políticos, quién lo financia, qué contenido tienen sus discursos…en definitiva, hasta que punto no es una construcción mediática de los mismos que están en Washington.

El riesgo que se corre -para los estadounidenses- es que las altas expectativas puestas sobre Obama generen, a corto plazo desilusión, rabia y frustración colectiva. Como sugiere Judith Butler, “¿Cuál es la posibilidad de que nosotros terminemos sufriendo una inevitable decepción cuando este líder carismático muestre su falibilidad, su complacencia al transar o incluso a vender a las minorías?”

No puede dejar de considerarse que el ciudadano que votó a Obama es un individuo polimorfo, que no tiene un perfil político definido, que puede o no ser progresista, que hasta incluso puede ser racista. Entre los votantes de Obama no existe un factor común de cohesión más que el voto de protesta contra los Republicanos. De hecho se producen fenómenos curiosos entre sus electores, por ejemplo, contradicciones como la sucedida en California. Y es que Obama-el-mito permite estas compartimentaciones.

Hay que recordar que las primeras protestas de descontento contra el nuevo gobierno de EE.UU. se produjeron la misma noche de la elección presidencial. Fueron tortas, maricones y trans quienes salieron a las calles de Los Ángeles para criticar el rechazo a la “propuesta 8″. Y así como esta expectativa no cumplida de cambio ya generó los primeros roces entre la población LGBT, nada augura que no se sigan produciendo en otros sectores de la sociedad estadounidense.


Escrito por Iván Falcón

Tomado de http://www.cuds.cl/opinion/8nov08obamania.htm






Publicado en Gente10, Volumen XIV, Número 84 (2008)

No hay comentarios:

Publicar un comentario