Mi esposo se acuesta con hombres
Yo no sé que pensar de mi marido, no me busca en la cama, y rondan chismes de su comportamiento en las Cruzadas. Dicen que practica el pecado nefando, el vicio que yo -una reina- no debe pronunciar… dicen que es sodomita.
Los rumores son tan numerosos y detallados que no sé si creerlos o no darles veracidad. Algunas de mis damas de compañía me han dicho que cuentan que se acuesta con soldados, con reyes, hasta que ha estado con mi hermano Sancho. No sé qué pensar, no sé qué hacer.
No les debería contar estas historias a ustedes; pero, tengo que desahogarme con alguien, posiblemente ustedes que viven en otra época me puede ayudar.
A veces pienso que no debí casarme con él, yo tenía muchos pretendientes fuera y dentro de Navarra…
Disculpen que no haya presentado antes, soy Berengaria, hija del rey Sancho VI de Navarra. Mi esposo es Ricardo, el que ustedes conocen como Ricardo “Corazón de León”, el que nombran en las películas de Robin Hood… yo sé que ustedes han oído de él.
Es alto, mide casi dos metros, rubio de ojos azules. Hábil político y buen guerrero, su valor en batalla le ganó el apodo “Corazón de León”, pero en la cama… solo digamos que no es un león, sino una gacela, pues simplemente sale huyendo de mis aposentos.
Talvez es porque la vida nos ha dado caminos diferentes. Yo sola, en mi casa, en la corte. Él rodeado de soldados, en la guerra, peleando por liberar la Tierra Santa… que gran pretexto, no si fuera tan cristiano.
¿Será que estar siempre acompañado de hombres, sin mujeres que le hicieran compañía, provocó que buscara satisfacerse con ellos y con mujeres?
Hasta dicen que era “amigo” del afeminado de Humphrey, su compañero de armas, cuando estuvieron juntos en los largos años que duró la cruzada… y yo sola en el castillo, sin esposo, sin hijos… porque nuestra noche de boda fue… como decirlo… un desastre, desde la primera noche yo supe que no tendría hijos y así han sido todas las pocas noches en las que hemos estado juntos.
Ricardo, Ricardo “Corazón de León”, hijo de Enrique II rey de Inglaterra y Leonor de Aquitania, maldita mujer… ella manejó las negociaciones para casarme con su vástago. Claro yo no me opuse, era un buen partido, sangre azul, buen mozo y excelente guerrero, todo un príncipe azul, que –en términos de la época de ustedes- puede decir que me salió rosado.
Creo que la única manera de sobrellevar este gran peso, es riéndome de mi misma, sino probablemente acabaría en loca. Recuerden que en la época en que vivo no existe el divorcio y ni siquiera hay psicólogos, Freud nació siglos después. No puedo confiar en los sacerdotes. Por eso recurro a ustedes, quizás me pueden dar algún consejo, una luz de cómo sobrellevar esta situación.
En ocasiones pienso que la reina Leonor creyó que este matrimonio podría alejarlo del pecado. Sé que él ha disfrutado con mujeres, hay historias de que estuvo con cortesanas y mujeres de la mala vida (yo sé que ustedes saben a que me refiero), hasta se rumorea que tiene un hijo bastardo. Sin embargo, conforme iba cumpliendo más años, sus gustos se han ido –digamos- desviando de lo correcto.
Leonor de Aquitania, Leonor, Leonor… siempre Ricardo fue su consentido, no quería a sus otros hijos, menos a Juan Sin Tierra ¡Cómo malcriaste a tu hijo!, siempre haciendo lo que quiere y no lo que debe. Él estaba comprometido con Aélis de Francia, pero me prefirió a mí, ¿qué cruel es el destino?
A pesar de todo lo que les he dicho, quiero a Ricardo y nunca me alejaré de él. Talvez algún día cambie y retome el camino correcto.
¿Y ustedes que piensan? ¿qué me aconsejan hacer? ¿será cierto que es sodomita?
Publicado en Gente10, Volumen XVI, Número 93 (2010)
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