Capacidad innata de “identificar” homosexuales
Todo el mundo sabe, o cree saber, lo que es la homosexualidad.
Muy pocos saben lo que no es.
Carlo Frabetti
Gaydar es un juego de palabras entre “gay” y “radar”. Se utiliza para definir la “habilidad”, el don o el olfato para detectar personas gays. También conocido como “maricómetro”.
He leído de esto en varias páginas de Internet y conversado con mis amigos. Pero, ¿en verdad existe esta “habilidad” propia de personas homosexuales y de pocas personas heterosexuales?
Este “sexto” sentido hubiera sido muy útil para diversos gobiernos homofóbicos y “terapias de conversión” para determinar cuándo una persona está curada, como las que hace Juan José Vargas –el de ““No se complique, viva feliz”- pretende “curar” a los homosexuales.
Las personas que tratan de “diagnosticar” homosexuales han ideado dos máquinas que no han funcionado el pletismógrafo penil y el electropsicómetro (alias la "Fruit Machine"o detector de frutas).
La idea básica del pletismógrafo es que la excitación sexual se traduce en la erección del pene. El procedimiento consiste en exhibir fotografías o videos de hombres y mujeres desnudos mientras se tiene la banda ajustada al miembro viril. Si el hombre reacciona a los de su mismo sexo sería homosexual, si es a las mujeres sería heterosexual y si responde a ambos sería bisexual.
En el papel suena perfecto, pero en la práctica resultó inútil. Principalmente porque –como todos hombres sabemos- nuestra “segunda cabeza” a veces piensa por sí sola, sin relación con la vista.
Por otro lado, el electropsicómetro o “el detector de frutas” fue usado principalmente para descartar homosexuales en las fuerzas armadas. Pretende detectar medir la dilatación de la pupila a estímulos eróticos.
En el caso, la imprecisión es aun peor, pues los cambios en la pupila tienen menos de un milímetro de variación y este aparato era bastante malo midiéndola.
Además, conozco varios hombres gays que les encanta la pornografía heterosexual, la pornografía gay no les excita. He leído sobre las “fujoshi”, palabra japonesa que puede traducirse como “mujeres podridas”, aquellas heterosexuales que les gusta el “manga” con contenidos eróticos homosexuales. Seguramente existen lesbianas que les gusta ver porno gay, pero en realidad no conozco ninguna.
Retomando el tema, recuerdo una vez que me invitaron a mí y a mi pareja a una fiesta. La cumpleañera tenía una pregunta importante, quería saber si uno de sus amigos era o no homosexual. Así que nos preguntó directamente si el “maricómetro” sonaba. Claro que sonaba, activaba una alarma, como el robot de “Perdidos en el espacio”: “peligro, peligro”; en este caso decía “es gay, es gay”.
Una amiga dice que tiene una habilidad para reconocer personas gays con solo mirarlos un momento. En contraste, tengo tres o cuatro amigas que se “acuestan” y hasta tienen hijos con homosexuales, sin ni siquiera tener una idea de que ellos lo hacen para “aparentar”, para probarse si les gustan o no las mujeres o simplemente para cambiar la rutina (en este caso hay casos de opción múltiple).
En el proceso de escribir este artículo he pasado por varios diferentes momentos.
Unas veces pensé que este “don” no existe, que es una mentira que hemos construido. Si el “fulanito” es guapo, claro que es gay; si es “feo”, no lo “alzo” a ver para cuestionarme “con cuál pata patea”.
Otras veces, pensé en la relación masculinidad y homosexualidad. En otras palabras, si el “fulano” mueve mucho las manos es gay, si anda bien vestido es gay, si sabe sobre moda es gay. Pero, sé por experiencia que el gusto sexual no tiene relación directa con la ser afeminado.
Este es muy mito muy difundido construido por una sociedad heterosexista y los gays nos “hemos tragado” ese cuento. Probablemente tanto se ha repetido este “cuento” que tal vez ya es real. Tal como dijo Paul Joseph Goebbels, ministro de propaganda de Adolf Hilter, “Una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en una verdad”.
Sin embargo, mi experiencia y la de muchos asegura que es posible reconocer a un gay, es como mirarse al espejo, ¿cómo no reconocer a un hermano en este difícil camino de identidad personal y social?
Además, la controversia se volvió más grande cuando me pregunté: ¿y para qué es necesario tener un gaydar?, ¿cuál es el objetivo de esta discusión interna?
La principal razón es etiquetar a las personas. Las personas que acostumbran etiquetar la orientación sexual de otros se les denomina “pomosexual”. A veces la clasificación no es tan fácil, además de la homosexualidad y el heterosexual “exclusivos”, hay que pensar en los “curiosos” y los “flexibles” (no es gay pero se apunta).
Además, en el caso de los gay, hay que agregar “pasivo”, “activo” o “versátil”. Habría que añadir a los “enclosetados” y los reconocidos, así puede decir que yo sé que “Fulanito” es gay aunque ni él no haya dado cuenta de esto.
Si todos somos personas, ¿para qué es importante “salir del closet”?, ¿para qué es importante “etiquetarse” para caminar en la sociedad?
Recordemos la política nazi de poner insignias de colores en los campos de concentración: amarillo para judíos, rojo para prisioneros políticos, verde para criminales comunes, marrón para los gitanos, rosa para hombres homosexuales…
¿No será la idea del gaydar la misma raíz que esta práctica nazi de exterminio? Señalar con un dedo acusador a quien es diferente. En otras palabras, la existencia del “gaydar” supone que para la identidad de una persona, un aspecto muy relevante es su orientación sexual y su “posición” en la cama (activo o pasivo).
En contraste con todo la anterior, la mayor forma de discriminación que existe es la invisibilización y su hermano el encubrimiento, si las diferencias no existen, no hay discriminación.
La invisibilización designa una serie de mecanismos culturales que lleva a omitir la presencia de determinado grupo social; estos procesos afectan particularmente a grupos sociales sujetos a relaciones de dominación. Por otro lado, el enmascaramiento son los mecanismos utilizados por las personas estigmatizadas para encubrir su identidad ante terceros; en otras palabras, ocultarse o fingir.
Los gays, en particular los jóvenes, sienten mayor aislamiento que otros grupos discriminados ya que son “invisibles” o fingen ser “normales”. Un persona no hace una chiste racista al frente de un negro, pero si hace un chiste homofóbico frente a un homosexual, porque no lo “ve”. Un adolescente negro puede conversar con su familia, en contraste un adolescente gay puede tener una novia para aparentar se “normal”.
Por el principio de igualdad, es necesario “tratar igual a los iguales y desigual a los desiguales”, para lo cual primero hay que reconocer la diferencia. Así, el “gaydar” implica que existe una diferencia entre homosexuales y heterosexuales, y que dicha diferencia es tan obvia que se ve a simple vista, ni la invisibilización ni el enmascaramiento funcionan.
Para finalizar este artículo, yo termino con más preguntas que respuestas, con incertidumbres que certezas sobre la existencia del gaydar y su “objetivo”.
Publicado en Gente10, Volumen XII, Número 100 (2011)
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