jueves, 2 de febrero de 2012

Origen de los pantalones caídos


¿Moda gay?


Desde hace mucho tiempo, los pantalones son símbolos de poder, hombría y masculinidad. La Real Academia Española en su diccionario oficial registra expresiones como “fajarse o amarrarse los pantalones” (encontrarse con coraje y decisión), “bajarse los pantalones” (ceder en condiciones poco honrosas), “llevar bien puestos los pantalones” (ejercer habitualmente la autoridad) y “ponerse los pantalones” (imponer su autoridad).

Tal vez estas expresiones no se apliquen a la moda actual de los pantalones caídos que muestran la ropa interior. Pero antes de discutir este punto, empecemos con un poco de historia.

Origen de los pantalones


Todo empieza con San Pantaleón de Nicodemia (en la actual Turquía), un mártir cristiano que fue decapitado en el año 305. Pantaleón significa “todo misericordioso”.

En la Edad Media, los venecianos dominaron el comercio en el Mar Mediterráneo y, en sus viajes por tierras turcas, supieron de este santo y le tomaron devoción. Pronto, San Pantaleón se convirtió en el santo patrono de Venecia y fue construido el Templo de San Pantalón. Tanta promoción dieron los venecianos a este santo, que eso les valió el apodo de “los pantalones”. Además del santo, los venecianos copiaron la vestimenta de los turcos: unos calzones largos y entallados en los que predominaba el color rojo: los primeros pantalones.

En el siglo XVII, se popularizó un tipo de teatro en Italia en la que uno de los personajes principales era la caricatura de un veneciano, con calzón rojo y con el nombre de “Pantaleón”. Esto aumentó la fama de la prenda y de su nombre en muchas regiones de Europa, entre ellas Francia.

La Revolución Francesa cambió al mundo: guillotinó a un rey, impuso el sistema métrico y se vistió con pantalones. En lugar del calzón y las medias de seda que simbolizaban la nobleza, los revolucionarios se pusieron “sans-culottes”, también llamados pantalones, en referencia al nombre del personaje de las comedias italianas.

A finales del siglo XVIII, la palabra y la prenda pasaron de Francia a España. Como era una prenda exclusivamente masculina, se convirtió en símbolo de hombría.

Origen de los pantalones caídos



La actual moda de usar los pantalones caídos tiene su origen en las prisiones de Estados Unidos.

La explicación más conocida indica que esta moda nació porque las autoridades de las cárceles entregaban a los reos de vestidos de talla grande y, además, era prohibido usar fajas. Así que los reos se veían obligados a caminar con pantalones que se les caían al caminar.

Luego esta “moda” (si se puede llamar de este modo) fue adoptada por la comunidad afroamericana, particularmente los raperos y copiada por todos los demás.

Otras versiones



Pero existen, algunas “leyendas” urbanas sobre el origen de la moda de los pantalones caídos, repasaremos tres.

La primera indica que esta moda nació en las prisiones de Estados Unidos, como “señal” para indicar que los reclusos que estaban “deseosos” de mantener relaciones sexuales con otros presos (léase penetración); pero necesitaban pasar desapercibidos para los guardias de la prisión para no sufrir consecuencias. En resumen, quienes utilizaban los pantalones caídos bajo la cintura, mostrando parcialmente las nalgas, daban a entender que estaban “disponibles” para…

Otra “leyenda” señala que los que usaban los pantalones de esa manera eran personas obligadas a tener relaciones sexuales con algún preso, en otras palabras “tenían dueño”. Por lo tanto, los demás reos no debían molestarlos sino querían no tener problemas con el “dueño”.

Una tercera “leyenda” indica que esta moda nació como una protesta y compañerismo hacia un reo a quien le era prohibido usar cinturón por tener en “vigilancia de suicidio”. Los otros reos por solidaridad empezaron a usar sus pantalones caídos como los del reo potencialmente suicida. Desde mi punto de vista, esta explicación me parece muy homosexual o, por lo menos, “homosocial”.

Me gustaría pensar que alguna de estas tres explicaciones es la verdadera y la “historia oficial” es una mentira, pero por mientras solo quiero disfrutar viendo el trasero de mi vecino adolescente que cuando camina por el barrio.








Publicado en Gente10, Volumen XII, Número 101 (2012)

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