El primer himno gay
Pues somos distintos a los demás,
que sólo han amado a paso acompasado de la moral.
Pasear primero curiosos por mil maravillas,
y para los que finalmente sólo existe lo banal.
Pero no sabemos como se siente,
porque todos somos hijos de otros mundos.
Sólo amamos la noche lila, que es bochornosa,
porque somos distintos a los demás.
Estribillo de “Das lila Lied” (La Canción Lila) (1921) de Kurt Schwabach
En la lista de “canciones gay” sobresalen muchos temas en español.
Solo por citar unos ejemplos de canciones recientes: “Todos me miran” de Gloria Trevy y “Que nadie vea” de Arjona y “Cuando nadie me ve” de Alejandro Sanz. Algunos temas de Chanoa “Cuando tú vas”, “Sol, noche y luna”, “Profano o sagrado”. A mí personalmente me encanta “Ten cuidado con el corazón” de Alejandra Guzmán.
No pueden obviarse canciones como “A quien le importa” de Alaska y Dinarama, relanzado por Talía. “Mujer contra mujer”, “El fallo positivo” o “La fuerza del destino”, entre otras, de Mecano. “Desesperada” de Marta Sánchez (que es icono gay en España). Es difícil elegir una de Mónica Naranjo: “Sobreviviré”, “Pantera en libertad” o “Las chicas malas”. Siguiendo con los españoles, Miguel Bosé tiene “Amante bandido”, “Los chicos no lloran” y “El hijo del capitán Trueno”.
En otros países, Chavela Vargas tiene fama de cantar canciones gays, pero “nadie es profeta en su tierra”; de ella puede nombrarse “Tú me acostumbraste”. O una diva de otras épocas como Olga Guillot con “Soy lo prohibido”.
“Muñecas de porcelana” de Don Omar, con un ritmo más caribeño. O con acento de la trova cubana “Y Mariana” de Silvio Rodríguez.
Esto solo para hablar de temas en español, algunos de los cuales se pueden considerar como verdaderos “himnos”. Sin embargo, el primer “himno gay” es la alemana “La Canción Lila”, que data de 1921.
De la libertad a los campos de concentración
La comunidad LGBT mejoró sus condiciones, sobre todo en las ciudades; Berlín se convirtió el centro de una nueva subcultura homosexual. Este espacio de maniobra permitió la creación de asociaciones y clubs. Magnus Hirschfeld crea su “Institut für Sexualwissenschaft” (Instituto para la Ciencia Sexual) y funciona “Eldorado”, mítico club gay.
El Institut für Sexualwissenschaft (Instituto para la Ciencia Sexual) fue una institución privada para el estudio y la investigación sexológica en Alemania de 1919 a 1933. Tenía divisiones médicas, psicológicas y etnológicas. Fue pionero mundial en la defensa de los derechos civiles y la aceptación social para homosexuales y transgénero.
Por otro lado, en 1926 abrió allí sus puertas el cabaret Eldorado. Konrad Haemmerling lo describe, en su “Guía por el Berlín libertino”, como “un local de travestidos escenificado para el morbo de la metrópoli de mundo”. Su programa incluía espectáculos de transformistas. El Eldorado consiguió ser muy famoso, por lo que se convirtió en una atracción turística para nacionales y extranjeros.
Todo lo anterior fue totalmente silenciado y reprimido por el Nacional Socialismo, comandado por Adolf Hitler, que quemó libros relacionados con los gays, los envió al manicomio y a la castración y, finalmente, estableció campos de concentración.
Somos hijos de otro mundo, solo amamos la noche lila
El contexto de la República de Weimar y, específicamente, de la subcultura gay de Berlín, Kurt Schwabach compuso la letra y Arno Billing (seudónimo de Mischa Spoliansky), la música de la “Das lila Lied” o “La Canción Lila”. Ambos dedicaron la canción a Hirschfeld, renombrado dirigente del movimiento gay.
El color lila simbolizaba la homosexualidad. Actualmente, en el contemporáneo movimiento de liberación LGBT, en la que el rosa ha pasado a ejercer esa función, aunque el violeta o lila se ha mantenido dentro del movimiento feminista y el movimiento lésbico.
“Das lila Lied” pasó pronto a pertenecer a la cultura homosexual, tanto en pequeños círculos privados, como en grandes bailes. Por ejemplo, un pianista de películas mudas cuenta que lo empleó en una historia similar a “Víctor y Victoria”. También se conoce una representación de Wilhelm Bendow, que hizo decorar el escenario completamente en violeta y vistió un esmoquin lila.
En la revista “Die Freundschaft” se publicó la carta de un lector: “Le enseñé… a mi madre y mi hermana estos versos, que también suenan como un poema sin la música. Mi madre y mi hermana… me dieron la mano y me dijeron: “Creo que ahora puedo comprenderte”. Ambas mujeres, que sólo se encuentran relativamente cercanas a nuestro asunto y cuyo gran amor había ahora llegado hasta mí, me entendieron”.
En contraste, el periódico Staatsbürgerliche Zeitung comentó sobre esta canción: “como siempre, cada vez más desvergonzadas las apariciones públicas de los desviados sexuales y cuan grande el peligro de contagio, sobre todo para nuestra juventud”.
La música fue publicada en la editorial “Verlag Carl Schulz”, que también editaba la revista homosexual “Die Freundschaft”. El éxito fue tan grande, se imprimieron varias ediciones. Luego se realizaron, al menos, tres grabaciones orquestales. Después se puso a la venta una grabación de orquesta con el estribillo cantado.
Una canción de orgullo
La canción se compone de dos estrofas y un estribillo. Del estilo de la canción se deprende orgullo. El punto de vista de Hirschfeld, ver a los homosexuales como un tercer sexo intermedio, se encuentra reflejado en algunas líneas.
En la primera estrofa se pregunta si es adecuado marginar y prohibir por ley a gente buena e inteligente por cuyas venas corre una sangre especial. En la frase de transición se afirma que la mayoría de los afectados, a pesar de todo, están orgullosos de ser distintos.
El estribillo inicia con “Pues somos distintos a los demás”, en que deja claro que no se ama a la misma manera que el resto del mundo, que siente mucha curiosidad por todo aquello fuera de lo común.
En la segunda estrofa se pregunta por qué se atormenta a las personas para que acepten la moral general. Tampoco la amenaza con la horca evitará que los gays y lesbianas sean diferentes; la gente que exige estas penas debe ser llorada. El final está dedicado a una perspectiva positiva, pero que no llegaría hasta después de la II Guerra Mundial.
Marlene Dietrich con Mischa Spoliansky |
Publicado en Gente10, volumen XVIIII, número 97 (2011)
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